martes, 1 de octubre de 2019

Spinoza y las arañas



Spinoza y las arañas


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Spinoza disfrutaba observando las arañas. Podríamos imaginarlo observándolas y preguntarnos ¿qué estaría pensando?...Spinoza nunca responderá. Nosotros, podemos imaginar respuestas según su obra, según su pensamiento. Y podremos deducir que la araña es una expresión de la Sustancia, una manera de ser de ella. Que también es una relación de relaciones en potencia, siempre efectuada, pues nunca es menos de lo que puede ser. Esto es interesante, pues, animales como la araña, o expresiones como las plantas son lo que son, no menos ni más, su realidad es la realidad de la Sustancia, esto en el orden y conexión de las cosas, he aquí la enseñanza de la araña. He aquí nuestro desafío.

En el siguiente fragmento, Suhamy y Daval, ahondan en la reflexión en torno a las arañas y Spinoza. Van más allá de la anécdota casi literaria, y nos muestran cómo la araña integra el pensamiento de Spinoza, y cómo en el ejemplo de la araña, se presenta la invitación a expresarnos en lo que somos realmente, nunca en el menos de lo que podemos, lo que nos disminuye, siempre intentado tanto como sea posible, en el más de nuestra realidad, la Sustancia, Dios.

Suhamy, Ariel y Daval, Alia. (2016). Spinoza por las bestias. Buenos Aires. Editorial Cactus. P 9 a 14.


Una araña en el cartesianismo


En una pequeña nota, al margen del texto. Anida un curioso ejemplo que, escribe Spinoza, eximirá de buscar otros: la Araña, “que teje muy fácilmente una tela que los hombres solo podrían hacer con enormes dificultades; mientras que los hombres hacen muy fácilmente cosas que son quizás imposibles para los ángeles”.
Nada es fácil o difícil en sí: una sola y misma acción es fácil para uno, difícil para otro, según la naturaleza de cada uno. Sin duda yo soy, en tanto que hombre, más potente que una pequeña araña a la que puedo tranquilamente aplastar con mi talón; no obstante, ¡soy incapaz de tejer su tela con la misma naturalidad! Solo soy más potente respecto a la muerte a dar, no de la vida por llevar.
Los hombres acabarán por concebir una máquina de tejer tan fina con la araña, e incluso más, pero no sin un gran esfuerzo. Es entonces en vano pretender medir  y comparar las potencias de unos y otros a partir de una sola y misma obra. Las potencias son inconmensurables.
Vayamos más lejos: no porque soy capaz de hacer algo difícil (para mi), soy capaz de hacer menos de lo que puedo. La araña hila su tela, tarea difícil para nosotros, fácil para ella; pero adstenerse de tejer, o tejer con menos habilidad, le resulta perfectamente imposible, y aunque lo quisiera, le implicaría el mayor esfuerzo hacer mal su trabajo –dicho de otra manera, le resultaría más dificil-. Pues eso no conviene en absoluto con su naturaleza. Ningún ser es por debajo de lo que puede; es siempre, y en todo momento, todo lo que puede ser.
En términos más filosóficos: no es ser “en potencia”, es decir, no efectuado, como retenido por algún poder superior y a la espera de la actualización. Todo potencia es en acto, es decir, efectiva.
Y nada da cuenta mejor de esto que el ejemplo de los animales, que son, lo sabemos bien, siempre iguales a lo que su naturaleza los determina a hacer.
(…)
La potencia de la araña

Mucho más radical es la objeción de Spinoza. Se pone, en efecto, del lado del animal. No importa cuál: mientras que Descartes hablaba de los animales sometidos o manifiestamente inferiores al hombre, Spinoza subraya por el contrario la potencia propia de la araña, y su facilidad tan manifiestamente superior a la del hombre en lo que respecta, ya no a la muerte que dar, sino a una obra que producir.
El concepto de potencia resulta profundamente modificado. Mientras que para Descartes potencia significa creación ex nihilo o poder soberano, o los dos a la vez (Orfeo), bajo la mirada de Spinoza la potencia de la araña se confunde con su ser. No esta por un lado el ser que es la araña y por el otro el poder que tiene. Ser araña es ser esa potencia de hilar, manera de expresar según su naturaleza propia su perseverancia en el ser. Para la araña, la tela no es una creación despegada de sí y arrojada al mundo, ni tampoco el sello, la marca de un poder soberano sobre el pueblo de las moscas; esa producción es su existencia misma, en tanto que vive y se perpetua de una cierta manera singular y determinada, a través de la urdidura de una tela, entre el cielo y tierra, en la paciente espera de la presa.
Cada uno entonces su potencia, sus aptitudes específicas que son su vida misma. E incluso la omnipotencia de Dios debe ser comprendida así: no como la soberanía de un Rey o la creatividad de un artista fecundo, sino como la Potencia elevada a lo absoluto, que solo depende de sí misma para existir. Esta es la razón por la cual, para comprender la esencia de cada cosa, hace falta comenzar por comprender la potencia divina; cuidándose de no ceder a lo abstracto, a lo indeterminado. Mutis de Orfeo, el poeta-rey que impone su poder al mismo tiempo, con una misma voz, sobre los hombres y los animales.


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