miércoles, 9 de octubre de 2019

La responsabilidad de ser un girasol. Pensando en Spinoza y los girasoles












Hacer de un pensamiento, un autor, un argumento, experiencia y no discurso, ¡he aquí el gran desafío de los que piensan hoy! Experiencia que media entre la vida y la muerte, entre la verdad de vivir más y la falsedad que lleva la vida a ser menos. ¡Aumento y disminución! Pues, no habría otro sentido en dicha experiencia, vivir, perseverar en el ser, durar, eso es lo primero…todo lo otro, un buen entretenimiento. Experiencia que se lee en sí misma,  que se argumenta, se conceptualiza, se busca en sí… y para un Spinociano, en un sí mismo que es también expresión del Todo, la Sustancia. En esta vía experiencia de pensamiento sentido que se lee en lo otro, pues también lo otro es parte de sí. Lo otro es también nosotros, la Sustancia, y en lo otro también la esencia de esa Sustancia y allí, una inmanente ética, un inmanente devenir que trae consigo un orden, una forma de ser natural a la vida.


A continuación, un ejercicio de escritura inscrito en esta idea, en esta lectura y comprensión inmanente de lo que somos. Expresión en medio de infinitas expresiones. Cada una de ellas esencia, cada una de ellas cuerpo, uno que nos habla, nos invita a vivir…pues ahora, intentamos comprender lo que puede un cuerpo, nuestro cuerpo, también el cuerpo del girasol.




A mi querido amigo Alberto Martinez Boom



Por: Ivannsan Zambrano G





Habría que prestar atención al girasol.

¿De qué es capaz el girasol?

Habría que aprender del girasol, pues la  responsabilidad de ser un girasol es también la responsabilidad de estar vivo, y que no se puede estar vivo sin saber cómo vivir, cómo seguir y no morir...como lo quiere el girasol, como lo quiere todo lo vivo. 


Y es que ser un girasol es ser un algo que no puede ser menos ni más, siempre girasol,

¡toda la potencia del girasol!

y siempre en busca de estar vivo.

Estar a la altura de esta responsabilidad es el desafío del girasol.



Curioso el girasol, toma el sol, busca el sol, mueve su rostro, su cuerpo en busca del sol.

El sol afecta al girasol, da al girasol lo que éste necesita para seguir, y de eso vive el girasol.

Que nace buscando el sol, la luz, ésta aumenta la vida, la aleja de la muerte; ¡vive el girasol!

El girasol es capaz de buscar la luz, de servirse de la luz para cumplir su responsabilidad.

De eso es capaz el girasol.



Interesante el girasol, que siendo ese girasol y no otra flor, busca el sol, pero no se gasta la vida buscándolo, pues llegado el momento deja de buscarlo y lo espera, sabe en qué momento y lugar del día el sol le entregara todo lo que necesita.

De eso también es capaz el girasol.



Brillante el girasol, ya sabe que no debe buscar al sol, que no gira en busca de él... no hay que perder energía, no hay que desgastarse…

habría que tomar lo necesario, lo indispensable, eso que garantiza la continuidad… y el girasol pareciese saberlo.

En un momento de su vida espera al sol.

¡Se hace adulto el girasol! Ahora espera, ahora entiende la espera, ese es el conocimiento del girasol.



¡Nos asombra el girasol!  y aunque tome agua, nos asombra más que tome el sol.

Nos recuerda que también nosotros buscamos el sol, que en la oscuridad de lo que somos vemos la luz como la vida, y nos dirigimos a ella como el sediento al agua, pues también  somos responsables de estar vivos, de querer vivir.



Nos inquieta el girasol. Sabe que necesita, lo busca, lo toma, vive. Nos reta el girasol,

 ¡qué potencia la del girasol!, se afirma en vivir, y no duda de sí, no es menos ni es más, solo girasol.

Depende de si el girasol, de lo que es. Esa es la fortuna de ser un girasol.



Un organismo simple, insignificante, solo una flor ¿que podríamos aprender de ella? Hoy dirían nada, es una planta.



…pero hay sabiduría en eso de ser un girasol...



Nosotros que buscamos la luz, y que sin embargo no paramos de buscarla  y  nos perdemos en ella.... nos quema el sol... no podemos con tanto sol, demasiado de él nos deja ciegos, otra vez la oscuridad, ¡qué paradoja!



¿Qué hace que el girasol espere al sol? ¿Que se sirva de él en su justa medida? El girasol parece saber lo que necesita. Todo en él sirve a eso que necesita. Podríamos decir que el girasol sabe de sí, se detiene, no busca más e intenta tanto como puede no ser menos.



Todo en él sirve a lo que necesita, todo en la vida sirve a la vida, lo que busca la vida, vivir. Así lo hace el girasol. Al final la vida no viene del sol, sino del girasol que busca vivir, que hace lo necesario para vivir.

Se relaciona adecuadamente con el sol; ¡Aumenta la vida la vida el girasol! Como si él fuese en sí mismo el conocimiento que se requiere, que se utiliza, que se vive.

Y es que el girasol no le pregunta al sol, solo se abastece de él.



El girasol no busca fuera de sí mismo.



 ¡La inmanencia del girasol!



Nos inquieta el girasol, tan simple...pero tan sabio. Sabe de sí, o eso que es se expresa sabiamente. Toma de sí, y sabe detenerse, nosotros o no empezamos o no nos detenemos, no tomamos de nosotros y que poco sabemos de nosotros, de nuestros cuerpos; nadie sabe qué puede un cuerpo nos repetía Spinoza.

Profundo el girasol...algo de maestro tiene el girasol, algo ha de decirnos…



Nos habla en su idioma, nosotros lo hacemos hablar en el nuestro. Coincidimos en que  demasiada luz nos enceguece, como demasiada agua nos ahoga. También poca  luz o poca agua nos condena. Todo tiene que ver con un punto medio, nada en exceso, nada en extremo. Eso y otras cosas nos enseña el girasol. Eso de alguna forma lo sabemos nosotros. Aun así, creemos que más es mejor, y nos vivimos en la acumulación de luz, de conocimiento, al final oscuridad; disminución; muerte.



Aumenta la vida el girasol,  es lo que es, su potencia, lo que puede, todo lo que puede, ni mas ni menos. ¡Majestuoso el girasol!



¡Contento de sí el girasol!

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