Hacer de un pensamiento, un autor, un argumento,
experiencia y no discurso, ¡he aquí el gran desafío de los que piensan hoy!
Experiencia que media entre la vida y la muerte, entre la verdad de vivir más y
la falsedad que lleva la vida a ser menos. ¡Aumento y disminución! Pues, no
habría otro sentido en dicha experiencia, vivir, perseverar en el ser, durar,
eso es lo primero…todo lo otro, un buen entretenimiento. Experiencia que se lee
en sí misma, que se argumenta, se
conceptualiza, se busca en sí… y para un Spinociano, en un sí mismo que es
también expresión del Todo, la Sustancia. En esta vía experiencia de
pensamiento sentido que se lee en lo otro, pues también lo otro es parte de sí.
Lo otro es también nosotros, la Sustancia, y en lo otro también la esencia de
esa Sustancia y allí, una inmanente ética, un inmanente devenir que trae
consigo un orden, una forma de ser natural a la vida.
A continuación, un ejercicio de escritura inscrito en esta idea, en
esta lectura y comprensión inmanente de lo que somos. Expresión en medio de
infinitas expresiones. Cada una de ellas esencia, cada una de ellas cuerpo, uno
que nos habla, nos invita a vivir…pues ahora, intentamos comprender lo que
puede un cuerpo, nuestro cuerpo, también el cuerpo del girasol.
A mi querido amigo Alberto Martinez Boom
Por: Ivannsan Zambrano G
Habría que prestar atención al girasol.
¿De qué es capaz el girasol?
Habría que aprender del girasol, pues la responsabilidad de ser un girasol es también
la responsabilidad de estar vivo, y que no se puede estar vivo sin saber cómo
vivir, cómo seguir y no morir...como lo quiere el girasol, como lo quiere todo
lo vivo.
Y es que ser un girasol es ser un algo que no puede ser
menos ni más, siempre girasol,
¡toda la potencia del girasol!
y siempre en busca de estar vivo.
Estar a la altura de esta responsabilidad es el desafío
del girasol.
Curioso el girasol, toma el sol, busca el sol, mueve su
rostro, su cuerpo en busca del sol.
El sol afecta al girasol, da al girasol lo que éste
necesita para seguir, y de eso vive el girasol.
Que nace buscando el sol, la luz, ésta aumenta la vida,
la aleja de la muerte; ¡vive el girasol!
El girasol es capaz de buscar la luz, de servirse de la luz
para cumplir su responsabilidad.
De eso es capaz el girasol.
Interesante el girasol, que siendo ese girasol y no otra
flor, busca el sol, pero no se gasta la vida buscándolo, pues llegado el
momento deja de buscarlo y lo espera, sabe en qué momento y lugar del día el
sol le entregara todo lo que necesita.
De eso también es capaz el girasol.
Brillante el girasol, ya sabe que no debe buscar al sol,
que no gira en busca de él... no hay que perder energía, no hay que
desgastarse…
habría que tomar lo necesario, lo indispensable, eso que
garantiza la continuidad… y el girasol pareciese saberlo.
En un momento de su vida espera al sol.
¡Se hace adulto el girasol! Ahora espera, ahora entiende
la espera, ese es el conocimiento del girasol.
¡Nos asombra el girasol!
y aunque tome agua, nos asombra más que tome el sol.
Nos recuerda que también nosotros buscamos el sol, que en
la oscuridad de lo que somos vemos la luz como la vida, y nos dirigimos a ella
como el sediento al agua, pues también somos responsables de estar vivos, de querer
vivir.
Nos inquieta el girasol. Sabe que necesita, lo busca, lo
toma, vive. Nos reta el girasol,
¡qué potencia la
del girasol!, se afirma en vivir, y no duda de sí, no es menos ni es más, solo
girasol.
Depende de si el girasol, de lo que es. Esa es la fortuna
de ser un girasol.
Un organismo simple, insignificante, solo una flor ¿que
podríamos aprender de ella? Hoy dirían nada, es una planta.
…pero hay sabiduría en eso de ser un girasol...
Nosotros que buscamos la luz, y que sin embargo no
paramos de buscarla y nos perdemos en ella.... nos quema el sol...
no podemos con tanto sol, demasiado de él nos deja ciegos, otra vez la
oscuridad, ¡qué paradoja!
¿Qué hace que el girasol espere al sol? ¿Que se sirva de
él en su justa medida? El girasol parece saber lo que necesita. Todo en él
sirve a eso que necesita. Podríamos decir que el girasol sabe de sí, se
detiene, no busca más e intenta tanto como puede no ser menos.
Todo en él sirve a lo que necesita, todo en la vida sirve
a la vida, lo que busca la vida, vivir. Así lo hace el girasol. Al final la
vida no viene del sol, sino del girasol que busca vivir, que hace lo necesario
para vivir.
Se relaciona adecuadamente con el sol; ¡Aumenta la vida
la vida el girasol! Como si él fuese en sí mismo el conocimiento que se
requiere, que se utiliza, que se vive.
Y es que el girasol no le pregunta al sol, solo se
abastece de él.
El girasol no busca fuera de sí mismo.
¡La inmanencia del
girasol!
Nos inquieta el girasol, tan simple...pero tan sabio.
Sabe de sí, o eso que es se expresa sabiamente. Toma de sí, y sabe detenerse,
nosotros o no empezamos o no nos detenemos, no tomamos de nosotros y que poco
sabemos de nosotros, de nuestros cuerpos; nadie sabe qué puede un cuerpo nos
repetía Spinoza.
Profundo el girasol...algo de maestro tiene el girasol,
algo ha de decirnos…
Nos habla en su idioma, nosotros lo hacemos hablar en el
nuestro. Coincidimos en que demasiada
luz nos enceguece, como demasiada agua nos ahoga. También poca luz o poca agua nos condena. Todo tiene que
ver con un punto medio, nada en exceso, nada en extremo. Eso y otras cosas nos
enseña el girasol. Eso de alguna forma lo sabemos nosotros. Aun así, creemos
que más es mejor, y nos vivimos en la acumulación de luz, de conocimiento, al
final oscuridad; disminución; muerte.
Aumenta la vida el girasol, es lo que es, su potencia, lo que puede, todo
lo que puede, ni mas ni menos. ¡Majestuoso el girasol!
¡Contento de sí el girasol!